lunes, 12 de febrero de 2007

Encuentro

Iván dobló la esquina y siguió caminando por la calle en dirección a casa de Maite. Llegaba tarde, pero como esto no era ninguna novedad no se preocupó y decidió recrearse en el paseo. Alguien le había dicho que si llegaba tarde, disfrutase de ello. Un mal consejo para alguien como él.

Sonrió a una madre que peleaba con su hijo por algo relacionado con un juguete de un escaparate y volvió a mirar al frente, al camino que tenia delante. A unos cuantos metros, caminando en dirección opuesta a él, vio un rostro familiar.

¡Era Luis! 6 años sin verle el pelo y ahora aparecía así, de repente. Iván sonrió y por su mente se cruzaron recuerdos que tenía en común con él. Las bromas en el instituto. Las tardes jugando a la videoconsola en su casa. Las noches de fiesta. Las confesiones, los lamentos, las peleas. Luis había sido su mejor en la realidad paralela que era el instituto y había compartido cada día durante 6 años con él, hasta tal punto que no podía evitar evocar a Luis cuando alguien nombraba la secundaria.

Caminó con paso alegre, esperando encontrarse con él. ¡Tenía tantas cosas que contarle! ¿Seguiría con aquella novia? ¿O habría descubierto que aquello no era lo que más le iba? ¿Seguiría siendo tan bueno a la hora de imitar? Mentalmente, preparó una especie de guión mental para comenzar la conversación. Primero le preguntaría como le iba todo y a raíz de ahí empezarían a hablar.

Quizás se entretuvieran demasiado, pero siempre podían ir a tomar un café. Llamaría a Maite y se lo explicaría todo. ¡O incluso podrían quedar para cenar! Y si la cosa se animaba siempre podrían salir de fiesta una vez más, rememorando los viejos tiempos.

A medida que se acercaba Luis, Iván iba poniéndose más nervioso. ¿Le reconocería? ¿Seguirian conectando de aquella manera? ¿Le iría todo bien? ¡Pero era Luis! No podía hacerle un feo. Entre la múltitud, Iván observó que Luis le miraba y, reconociéndole, se le dibujaba una débil sonrisa en la cara. Así que, después de todo, no había cambiado tanto.

Tan solo 3 metros les separaban. Iván sacó la mano del bolsillo, preparándose para un caluroso saludo, y Luis agachó la cabeza rascándose la nuca. Dieron dos pasos más y, al fin, se encontraron cara a cara.

-¡Ey!- dijo Iván, sin pararse.
-¡Hasta luego!- contestó Luis siguiendo su camino.

Más tarde, cuando Iván llegó a casa de Maite, este le comento su encuentro con su viejo amigo.

-¿Y como está?- preguntó Maite.
-Le he visto muy bien...- contestó Iván, apresurándose a cambiar de tema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eso si que es ser unos buenos antiguos amigos, sus palabras fluian por si solas y el interes por conocer de la vida del otro era mutuo.

PD --> Que dos mas tontos!!!

Anónimo dijo...

Bueno nada más cerca de la realidad.. los puntos de vista pueden variar mucho de una persona a otra.